sábado, 22 de octubre de 2011

Mordisquito número II :

Nuestros segundos.


Decían los yankis en un estudio que en un segundo nacen 253 niños. Esto en una hora son 15.181 personas, lo que hace un total diario de 264.255 seres humanos nuevos, pequeños y llorones, con sus propios sueños y esperanzas  que son igual de nuevos, pequeños y llorones, y que están listos para emprender el vuelo en cuanto les crezcan un poco los dientes.  En un segundo, también, te puedes beber de un sorbo un buen trago de tequila, y acabar con alguna de las neuronas de tu  pequeño cerebro. Puede crecerte el pelo, y las uñas. O puedes cortarte la melena, cambiarla de color,  incluso comprarte una peluca. En un segundo, puede pararse todo, y volverse negro. Un segundo es el tiempo que separa la vida de la muerte, la línea que puede curvarse hacia arriba o hacia abajo.
En un segundo puedo besarte despacito, y abrazarte muy fuerte. Y mientras lo hago, durante ese pequeño segundo, estaré moviendo 34 músculos de mi cara, me inundaré de adrenalina y llegaré a las 130 pulsaciones por minuto. ¡En lo que dura un segundo!  El mismo tiempo que me lleva decidir ponerme a dieta, y  olvidarla completamente cuando me enfrento a un delicioso helado. Puedo jugármela a cara o cruz y salir ganando, o cagarla y seguir perdiendo. Puedo mirarte a los ojos, o esquivar tu mirada. Puedo sentirme triste; o querer estallar de contento. Puedo dejarte quererme, o dejar de quererte de golpe. Puede empezar a llover, puede acabar la película, se puede descubrir una cura, puedo romperme las medias. Me puedo tropezar, y partirme una pierna. Un segundo es el tiempo que tarda una herida en abrirse, y aún así lleva más de un segundo conseguir que llegue a cerrarse. Puedo reírme y mover ¡quince músculos de la cara!. Puede comenzar un huracán que arrase con todo, y una persona puede perder la cabeza y hacer algo espantoso, pero al mismo tiempo, en otra parte, otra puede estar despertando de un coma,  se celebran bodas y cumpleaños llenos de risas, están naciendo niños, y ocurren pequeños milagros. Alguien, en alguna parte, termina un nuevo libro, y comienza con otra historia. En un segundo, podemos rendirnos, o podemos seguir luchando. Puedo tumbarme a tu lado, y desperezarme. Quedarme dormida, despertarme en tus brazos. Cerrar los ojos, respirar, abrirlos, y descubrir que todavía estás aquí, mirándome embobado. Y sentirme feliz, aunque tan sólo se trate de segundos. Puedo hacer una tontería, llenarte de orgullo, avergonzarme a mi misma, cometer un error, ganarme una bronca. En un segundo, puedo echarte de menos, dibujar con mis dedos tu boca, recordar tus mordiscos en mi oreja, odiar tus pequeñas manías y volver a empezar de nuevo. Un segundo es el tiempo que tardo en ponerme a soñar. Lo que tardan en nacer las ilusiones. Lo que lleva perderlas. Un segundo dura en mi cabeza el momento en el que nos dimos el primer beso, y la primera vez que nos cogimos la mano. Es el tiempo que he tardado en darme cuenta de que, de verdad, las cosas funcionan mejor cuando estoy a tu lado.
Un segundo, si no lo piensas, puede parecerte nada, algo que se puede desperdiciar, sin todos los posibles que esconde tras él. Pero en un segundo puedes cambiar el mundo, o alguien puede cambiar el tuyo. Y yo, dejando todos los cálculos y datos científicos al margen, lo único que quería decirte (hace ya varios segundos, cuando empecé con la primera línea, cuando decidí escribirte esto) es que tú no sólo has conseguido darle una vuelta entera al mío, sino que encima sigues aquí, haciendo que gire, consiguiendo que todas las locuras tengan sentido, sin echarte a un lado, cediéndome más cama de la que me toca y armándote de paciencia en los días feos, peleándote por tu parte de cojín, sonriendo hasta cuando no tienes ganas. Y quería que supieras  que me has ganado. Sí, me has ganado.  Y te has ganado el derecho a saber que hoy, para mi, si hay algo que celebrar,  es la certeza de que, más de treinta y un millones de segundos después, con un buen montón de posibilidades a nuestras espaldas, lo único que quiera hacer contigo sea seguir sumando. Tú y yo. Momento a momento.  Otros treinta y un millones de segundos más.
Tic, tac, tic, tac...



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