jueves, 26 de diciembre de 2013

Soy la prota de un videoclip de Taylor Swift. Porque yo lo valgo.

 Siempre que llegan estas fechas me da por pararme a pensar. Se me mezcla el cumplir años con el treinta y uno de Diciembre y hoygan... es lo que hay, una tiene su corazoncito aunque lo disimule.
Así que la menda se pone a reflexionar sobre lo que ha hecho con sus últimos 365 días y... Pues qué les voy a decir que no sepan ya. Todos pasamos por lo mismo.
 El cerebro humano y sus cosas.

Aquí, pensando.


Normalmente, la pregunta suele ser... ¿Pero qué estás haciendo con tu vida? ¿Qué haces que ya se te ha pasado lo mejor y tú aquí como si ná?
Y entonces comienza un bucle de cuestiones infinitas ( y profundas, sobre todo profundas; que yo soy mucho de eso) que empiezan con lo rápido que pasa el tiempo, siguen con lo incierto del futuro y terminan con que me voy a morir en lo que duran una caña y dos telediarios. Nada grave, no se preocupar.
Pero este año, a falta de unas horas para celebrar que llevo trescientos sesenta y cinco días más en el mundo, y que hace ya veintidós años (ojo, veintidós, que se dice rápido) que mi madre viene pariéndome (porque a mí mi madre me parió con todo el esfuerzo de su alma un veintisiete de diciembre y me ha seguido pariendo cada día desde entonces), me sorprendo feliz y orgullosa de lo que estoy haciendo.
¿Pero qué dice esta chalada? Os preguntaréis.
¡Si acabas la carrera y te espera un año que sabe Diospadreomnipotentebailaordeflamenco dónde lo acabas!, diréis de nuevo, en plan pesaíco.
Pues sí, lo dicho: que este año ha sido uno de los más felices de mi vida. Y lo digo con la boca bien llena: DE LOS MÁS FELICES. Pa' que os enteréis. Han pasado cosas malas, por supuesto, ¿pero qué es la vida sin tropiezos? No hay gazpacho bueno sin tropezones, ¿no? Pues aquí lo mismo, caramba.

A lo que iba, que me interrumpís y me pierdo:
Lo importante entonces es que me he reído, que me he reído mucho y con muchas ganas. Que he bailado y trouleado (xa sei jalejo!), que estoy haciéndolo bien en el cole (mis estudios de mayores) y que la vida, en general, se describiría hoy con una sonrisa gigante.
Este año he conocido a dos grupos de pequeñajos que me han conquistado desde el primer minuto, y me han hecho saber en un día lo que mis profes no han conseguido en tres años: que no estoy en la carrera equivocada. Ésto, estos niños llorones y moqueantes, son lo mío. ¿Que no mola tanto como ser médico o abogada? Pues mira, puede que no os guste tanto a vosotros que sois unos intelectuales de aquí a la Conchinchina, pero para mí limpiar narices en caras lloronas es LO MÁS. Sin exagerar. Que me paso la vida explicándoles como se suena uno las narices y me voy a casa más contenta que unas castañuelas, vaya. Y os lo digo sin una pizca de vergüenza.


Donde vosotros decís "dieg" yo digo "amor" y les lanzo un cleenex.


Este año también he querido mucho, así en general. 
Sí, a las personas “mayores” también las quiero, aunque os sorprenda.
He querido a mi familia, a esos papis pacientes y esa hermana emigrada (los madriles siempre se llevan lo mejor de cada casa, qué le vamos a hacer chiquillos) que saben llevarme mejor que nadie y olvidarme cuando se me va la pinza, que es muy a menudo. Les he abrazado cuando ha hecho falta (¡a ellos, a ellos! yo no lloro que soy muy dura) y nos hemos tirado de los pelos aunque fuese algo innecesario (a veces les cuesta ver que tengo razón, pero acaban entendiéndolo).

Somos pocos y estamos desestructurados. O de sempre.


He querido también a esa otra famiglia, la que se elige. Mi Ohana. Una que te encuentras a lo largo del camino y que pierde y suma miembros en lo que tardas en decir “Fiesta del Agua”. La que está ahí aunque sólo merezcas un escupitajo en la cara (o un par de bofetadas, vaya usté a saber, que yo la verdad es que tengo tela), pero que en lugar de eso deciden invitarte a otro chupito y fingir que nunca hiciste aquella cosa tan inapropiada de la que nunca más volveremos a hablar. Para ellos, para mis chalados favoritos, tengo el recuerdo más bonito de este 2013, con semanas mágicas, experiencias increíbles y noches espectaculares. Llevaba años sin abrir los ojos de verdad y, cuando me decidí a mirar, estábais ahí esperándome. Si ahora soy lo que soy, el 90% es gracias a vosotros.

Famiglia. The day after.

Por último he de decir que también he querido a lo loco, en aeropuertos y estaciones de tren (y de bus, por desgracia, que una tiene un capital limitado). Señalaré simplemente que me he reencontrado y despedido cientos de veces, y que todas ellas me he sentido inmensamente llena con lo que estaba haciendo. He querido hasta que hubo que decir basta, y entonces aprendí algo nuevo: aprendí que también me quiero mucho a mí misma.
Y es que a lo largo de estos 365 días he alcanzado una meta que hace años me parecía muy, muy, pero que muy lejana: me he encontrado otra vez. A mí, a la Ana que disfrutaba con absolutamente todo y buscaba el lado alegre de cada situación. De nuevo soy capaz de ser FELIZ en mayúsculas sin pensar en nadie. De hecho, hace tiempo que no me paro a pensar en ello, en lo bien que se siente una así. Vuelvo a tener ganas de todo, pero a tenerlas de verdad: ya no intento demostrarme nada a mí misma, no se trata de salir porque “En casa, Ana, no. En casa se quedan los viejos y los tristes, y tú no eres nada de eso”. Tampoco intento parir risas por cesárea. Ahora todo lo quiero natural, como el tomate. Si salgo que sea porque quiero, si me río es porque me haces gracia (cuidado, porque esto puede ser bueno o malo), si beso pues es que me apetecía y si quiero mandarte a la porra seguramente lo haré bailando un tango y después de haberte gorroneado unas cervezas... ¡ Y tan feliz!

La base de nuestra amistad, aunque aún no lo sepas.

¿Y sobre lo que viene? ¡Pues claro que el futuro es todo incertidumbres, ¿y cuándo no lo es?
Pero este año, este último año (en muchos más sentidos de los que me gustaría), voy a exprimirlo hasta que se quede seco, sequiño. No voy a pensarme las cosas dos veces, sólo voy a querer. A querer y a vivir con muchísimas ganas. Como he venido haciendo estos últimos meses. Haciendo que cada milésima de segundo valga su peso en oro. Y que pese como doscientos elefantes.
Voy a terminar mi(s) carrera(s), y a disfrutar de los compis de la Uni, a los que quiero y odio a partes iguales. Lloraremos todos juntos el día de la graduación. Lo sé. Lo sabéis.
También perderé mi tiempo con la secta de la cruz, ese grupo peculiar que por las tardes está ayudando a niños y por las noches...pues una caña y lo que surja. ¡Riquiños, que sois unos riquiños!
Seguiré disfrutando de los míos, de todos ellos. Os queda aún tiempo de Anamari y tendréis que saber tener paciencia conmigo. Fuisteis vosotros los que os metisteis en este lío, sorry darlings. La vida es dura y las Season Finale es lo que tienen.
¿Y después de verano? ¿Que qué haré entonces? Pues ni idea. Pero malo será, raparigos.
Vosotros, todos: los de siempre y los de no tan siempre... "si me queréis, ¡quedarse!". Y traed alcohol.


 Salgo estupenda, I know sweeties.



 (Fin de la cita)