Siempre que llegan estas fechas me da
por pararme a pensar. Se me mezcla el cumplir años con el treinta y uno de
Diciembre y hoygan... es lo que hay, una tiene su corazoncito aunque
lo disimule.
Así que la menda se pone a reflexionar sobre lo que ha hecho con sus últimos 365 días y... Pues qué les voy a decir que no sepan ya. Todos pasamos por lo mismo.
El cerebro humano y sus cosas.
Así que la menda se pone a reflexionar sobre lo que ha hecho con sus últimos 365 días y... Pues qué les voy a decir que no sepan ya. Todos pasamos por lo mismo.
El cerebro humano y sus cosas.
Normalmente, la pregunta suele ser...
¿Pero qué estás haciendo con tu vida? ¿Qué haces que ya se te ha
pasado lo mejor y tú aquí como si ná?
Y entonces comienza un
bucle de cuestiones infinitas ( y profundas, sobre todo profundas;
que yo soy mucho de eso) que empiezan con lo rápido que pasa el tiempo, siguen con lo incierto del futuro y terminan con que me voy a morir en lo que duran una caña y dos telediarios. Nada grave, no se preocupar.
Pero este año, a falta de unas horas
para celebrar que llevo trescientos sesenta y cinco días más en el mundo, y que hace ya
veintidós años (ojo, veintidós, que se dice rápido) que mi madre
viene pariéndome (porque a mí mi madre me parió con todo el
esfuerzo de su alma un veintisiete de diciembre y me ha seguido pariendo cada
día desde entonces), me sorprendo feliz y orgullosa de lo que estoy
haciendo.
¿Pero qué dice esta chalada? Os
preguntaréis.
¡Si acabas la carrera y te espera un año que sabe Diospadreomnipotentebailaordeflamenco dónde lo acabas!, diréis de nuevo, en plan pesaíco.
¡Si acabas la carrera y te espera un año que sabe Diospadreomnipotentebailaordeflamenco dónde lo acabas!, diréis de nuevo, en plan pesaíco.
Pues sí, lo dicho: que este año ha
sido uno de los más felices de mi vida. Y lo digo con la boca bien
llena: DE LOS MÁS FELICES. Pa' que os enteréis. Han pasado cosas malas, por supuesto,
¿pero qué es la vida sin tropiezos? No hay gazpacho bueno sin
tropezones, ¿no? Pues aquí lo mismo, caramba.
A lo que iba, que me interrumpís y me pierdo:
Lo importante entonces es que me he
reído, que me he reído mucho y con muchas ganas. Que he bailado y trouleado (xa sei jalejo!), que estoy haciéndolo bien en el cole (mis
estudios de mayores) y que la vida, en general, se describiría hoy con
una sonrisa gigante.
Este año he conocido a dos grupos de
pequeñajos que me han conquistado desde el primer minuto, y me han
hecho saber en un día lo que mis profes no han conseguido en tres
años: que no estoy en la carrera equivocada. Ésto, estos niños
llorones y moqueantes, son lo mío. ¿Que no mola tanto como ser
médico o abogada? Pues mira, puede que no os guste tanto a vosotros
que sois unos intelectuales de aquí a la Conchinchina, pero para mí limpiar narices en caras lloronas es
LO MÁS. Sin exagerar. Que me paso la vida explicándoles como se
suena uno las narices y me voy a casa más
contenta que unas castañuelas, vaya. Y os lo digo sin una pizca de
vergüenza.
Este año también he querido mucho, así en general.
Sí, a las personas “mayores” también las quiero, aunque os sorprenda.
Sí, a las personas “mayores” también las quiero, aunque os sorprenda.
He querido a mi familia, a esos papis
pacientes y esa hermana emigrada (los madriles siempre se llevan lo
mejor de cada casa, qué le vamos a hacer chiquillos) que saben llevarme
mejor que nadie y olvidarme cuando se me va la pinza, que es muy a
menudo. Les he abrazado cuando ha hecho falta (¡a ellos, a ellos! yo no lloro
que soy muy dura) y nos hemos tirado de los pelos aunque fuese algo
innecesario (a veces les cuesta ver que tengo razón, pero acaban
entendiéndolo).
Somos pocos y estamos desestructurados. O de sempre. |
He querido también a esa otra
famiglia, la que se elige. Mi Ohana. Una que te encuentras a lo largo del
camino y que pierde y suma miembros en lo que tardas en decir
“Fiesta del Agua”. La que está ahí aunque sólo merezcas un escupitajo en la cara (o un par de bofetadas, vaya usté
a saber, que yo la verdad es que tengo tela), pero que en lugar de
eso deciden invitarte a otro chupito y fingir que nunca hiciste
aquella cosa tan inapropiada de la que nunca más volveremos a hablar. Para ellos, para mis chalados
favoritos, tengo el recuerdo más bonito de este 2013, con semanas
mágicas, experiencias increíbles y noches espectaculares. Llevaba
años sin abrir los ojos de verdad y, cuando me decidí a mirar,
estábais ahí esperándome. Si ahora soy lo que soy, el 90% es gracias a
vosotros.
Famiglia. The day after. |
Por último he de decir que también
he querido a lo loco, en aeropuertos y estaciones de tren (y de bus,
por desgracia, que una tiene un capital limitado). Señalaré
simplemente que me he reencontrado y despedido cientos de veces, y
que todas ellas me he sentido inmensamente llena con lo que estaba
haciendo. He querido hasta que hubo que decir basta, y entonces
aprendí algo nuevo: aprendí que también me quiero mucho a mí
misma.
Y es que a lo largo de estos 365 días he
alcanzado una meta que hace años me parecía muy, muy, pero que muy
lejana: me he encontrado otra vez. A mí, a la Ana que disfrutaba con
absolutamente todo y buscaba el lado alegre de cada situación. De
nuevo soy capaz de ser FELIZ en mayúsculas sin pensar en nadie. De
hecho, hace tiempo que no me paro a pensar en ello, en lo bien que se
siente una así. Vuelvo a tener ganas de todo, pero a tenerlas de
verdad: ya no intento demostrarme nada a mí misma, no se trata de
salir porque “En casa, Ana, no. En casa se quedan los viejos y los
tristes, y tú no eres nada de eso”. Tampoco intento parir risas
por cesárea. Ahora todo lo quiero natural, como el tomate. Si salgo
que sea porque quiero, si me río es porque me haces gracia (cuidado, porque esto
puede ser bueno o malo), si beso pues es que me apetecía y si quiero
mandarte a la porra seguramente lo haré bailando un tango y después de haberte gorroneado unas cervezas... ¡ Y
tan feliz!
La base de nuestra amistad, aunque aún no lo sepas. |
¿Y sobre lo que viene? ¡Pues claro
que el futuro es todo incertidumbres, ¿y cuándo no lo es?
Pero este año, este último año (en
muchos más sentidos de los que me gustaría), voy a exprimirlo hasta
que se quede seco, sequiño. No voy a pensarme las cosas dos veces,
sólo voy a querer. A querer y a vivir con muchísimas ganas. Como he
venido haciendo estos últimos meses. Haciendo que cada milésima de
segundo valga su peso en oro. Y que pese como doscientos elefantes.
Voy a terminar mi(s) carrera(s), y a
disfrutar de los compis de la Uni, a los que quiero y odio a partes iguales. Lloraremos todos juntos el día de la
graduación. Lo sé. Lo sabéis.
También perderé mi tiempo con la
secta de la cruz, ese grupo peculiar que por las tardes está
ayudando a niños y por las noches...pues una caña y lo que surja.
¡Riquiños, que sois unos riquiños!
Seguiré disfrutando de los míos, de
todos ellos. Os queda aún tiempo de Anamari y tendréis que saber
tener paciencia conmigo. Fuisteis vosotros los que os metisteis en
este lío, sorry darlings. La vida es dura y las Season Finale es lo
que tienen.
¿Y después de verano? ¿Que qué
haré entonces? Pues ni idea. Pero malo será, raparigos.
Vosotros, todos: los de siempre y los de no tan siempre... "si me queréis, ¡quedarse!". Y traed alcohol.
Salgo estupenda, I know sweeties.
(Fin de la cita)